
contraportada
Vi cambiar su cuerpo.
Se agazapo sobre el tejado con una mano asida al alero.
Toda aquella misteriosa simpatía había desaparecido y ahora era un cazador.
Esro era algo que yo reconocía, algo con lo que me sentía cómoda porque lo entendía.
Desconecté el cerebro. Era el momento de cazar.
Respiré profundamente y atraje el aroma dela sangre del interior de los humanos de allá abajo. No eran los únicos que había en la zona, pero sí los que se encontraban más próximos.
A quién ibas a dar caza era el tipo de decisión que tenías que tomar antes de olfatear a tu presa.
Ahora era ya demasiado tarde para escoger.
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